lunes, diciembre 25, 2006

Carta a mi Padre

Padre: Reconozco que desde mi más tierna infancia he sido una pequeña rebelde y malhadada.
Sé de los inconmensurables esfuerzos que tanto Madre como usted han encarado para enderezar mi escarpada y minúscula moral.
Me hago cargo de que mi carácter adolescente encaneció sus juveniles cabezas a velocidades astronómicas (encontré su frasco de tonalizador cuando usted cumplía 35, Padre).
Tengo claro que, en un último intento por civilizar mi personalidad, ustedes me hicieron cursar 15 años en una escuela de monjas, y no obstante, al presente, no han cosechado los frutos ansiados.

Y hoy, en mi adultez y haciendo propicia la reunión familiar convocada para celebrar esta sacrosanta fecha, tengo algo para decirle, Padre:
Si usted sigue armando la parrilla así para el almuerzo de Navidad, yo me hago católica ya.
Yo también lo quiero, Padre. Venga un abrazo.


click para ampliar y una toalla para no mancharse con baba




4 comentarios:

Cale dijo...

¿Es posible cambiar profundas convicciones religiosas por unos chorizos, vacío y brochettes?
Respuesta: OCVIO!
Conclusión: Por eso Dios es argentino!

Fla-q dijo...

Eso, glup!
convicciones...crunch crunch
Pasame el chimi.

Paula dijo...

Pero si tiene hasta estampita!! Es el Santo Patrono de los Asados del Sur!! (lo siento, tengo que respetar al Santo Patrono de los Asados de Capital, el_tipo)
Oh, esos son asados!!

Fla-q dijo...

Sep! No me he bañado para prolongar sobre mi cuerpo aquel aroma de ensueño...