sábado, abril 11, 2009

Arcoiris

El 2 de abril, al amanecer, llovía. Pero también amanecía. Y se desplegó sobre el cielo un arcoiris de una calidad inusitada. Madrugar tiene sus ventajas, después de todo =)


Me recordó a un capítulo de un dibujo animado que adoro, y aquí les comparto.


viernes, abril 10, 2009

Vierneeeessssss!!! A Bailaaaaaaarrr!!!


Servi: Es Eddie Grant

jueves, abril 09, 2009

domingo, abril 05, 2009

Ahora que puedo, digo ...

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A mi me gustaría morirme así. De viejita, dormida, rodeada de mi familia, en mi casa.
Todo parecía natural y soñado, entonces, de dónde venía tanta desesperación?

- Trabajo a 30 metros de la casa de Alfonsín. El miércoles, la zona de mi trabajo era la imagen de la angustia.

- Como trabajé el 2 de abril, asistí desde la ventana de mi oficina al paso del cortejo fúnebre.
Me generan morbosa curiosidad las manifestaciones de devoción colectivas. Y también, me causan cierta envidia.
Desde un escepticismo militante, participo observando con asombro de aquellos fenómenos que provocan sentimientos tan profundos y elocuentes que traspasan la contención del cuerpo sin pudores.

El jueves, todos lloraban, mucho, fuerte, con desconsuelo. Y empecé a llorar también.

- Creo que no llorábamos a Raul Ricardo Alfonsín. Creo que llorábamos la
muerte de una estirpe, el fallecimiento de la ilusión, la desaparición de la confianza, la pérdida del optimismo, el entusiasmo, el compromiso. Creo que llorábamos por la violación de la esperanza, ultrajada, manoseada.
Cómo llorábamos!


- El día en que la honestidad, la coherencia y la honradez se convirtieron
en virtudes extraordinarias, empezamos a velar a un hombre, porque las representaba.
No llorábamos a Raúl Ricardo Alfonsín, que se murio de viejito, en su casa, rodeado de su familia. Llorábamos los valores que representaba. Llorábamos por lo que vino después. Llorábamos porque los pusimos nosotros.

Lloremos. Lloremos fuerte. Hasta que no nos desahoguemos, no tendremos fuerza para exigir de nuevo.

FINAL "El padre de la democracia"
Siento que la desesperación ante la muerte de este padre demuestra nues
tra propia incapacidad para reconocer que crecimos, que somos adultos, y que tenemos que asumir la responsabilidad por nuestra vida y hacernos cargo de las consecuencias de nuestras desiciones.
Que en paz descances, hombre coherente. Ojalá seamos dignos de conducir nuestro destino. Amén.